Otras Formas de Ser Mujer
Afro feministas
Po Caicedo
5/8/20246 min read


Ser consciente que los procesos que atravesamos las mujeres tienen una carga de violencia muy grande arraigada en las mismas estructuras sociales que nos asignan el concepto de lo que somos y lo que debemos ser como mujeres,
Esto también implica la manera en que nos enseñan a relacionarnos con nosotras mismas y con las otras; como todo está planteado desde un lugar retador y donde la relevancia de la existencia cabe dentro de que tan niñas y dulces debemos ser para ser amadas, ser protegidas y aseguradas, por el circulo protector del hogar, (cabe mencionar que esto se enmarca en el estereotipo), pero también el abandono que se debe sufrir, al empezar a retar los aprendizajes impuestos y que marcaban la aprobación del primer círculo seguro o familia, un sacrificio que se hace en pro de descubrirnos, de encontrar sentido en nuestra propia existencia y que como efecto implica ser expulsadas, en muchos casos denigradas, mientras se sufre el abandono de quienes creemos que deben protegernos, porque no nos parecemos a su ideal de mujer (según el estereotipo), no se está planteando que esta sea la única realidad, somos conscientes que en el mundo hay muchas formas de habitar el sentido de ser mujer, pero esta es parte de una reflexión sobre los discursos y contextos que conocemos y que están arraigados en los vicios sociales y estructurales que existen dentro de la necesidad del mundo de encajarnos.
Esta es solo una parte de la historia que nos conforma, es también la forma como nos habitamos entre las nuestras, como dentro del sistema patriarcal que nos invita a la vez que nos impone como impúberes, incapaces de cuidarnos, que debemos salir del cuidado paternal y maternal a el cuidado de la pareja, enfocando el mundo de cada mujer en la dependencia, desde la sumisión y la fragilidad (utilizando la falsa inocencia, la ignorancia elegida entre otros mecanismos de manipulación como la forma de generar un aparente control sobre las situaciones que nos están atravesando y violentando sin apariencias, por el contrario, que son directas y violentas) pero como si fuera poco nos dice que nuestra compañera, que la mujer que quizás está atravesando vivencias iguales o peores que la nuestra, no es digna de empatía, que la debemos ver como una competencia, como la enemiga, de la cual cuestionamos sus capacidades con la misma dureza que el entorno a cuestionado las nuestras, desvalorizamos y descalificamos su Valia y procesos como se descalifica las nuestras, cuestionamos sus formas aun con más dureza, porque nos es ofensivo que otra elija diferente, como se atreve a razonar y no elegir traicionarse, nos indigna que no se quede en la conformidad, aunque la digna apariencia nos presione para no reconocernos.
Pero sumado a esto surge otro discurso u forma de habitar el concepto de mujer y es allí donde inicia el cuestionamiento real de que es ser mujer. Porque hace muchos años, enuncia una mujer negra exesclava, acaso yo no soy una mujer, porque yo aro la tierra y a mi nadie me ayuda a subirme en un carruaje, preguntas que retumban en las formas como nos categorizan y en las que no se reconoce nuestras luchas, se enuncian tantas formas de feminismos, en los cuales no se refleja nuestras historias, nuestras luchas, nuestras vivencias; no significa que la lucha de las otras sea menos importante, significa que es igual de importante, que la visión de referentes históricas no puede seguir estando blanqueada, porque tenemos nuestra propia historia, una historia donde las mujeres junto a los hombres encontraron que existían unas condiciones que prevalecían y los unían ante las diferencias, como que ninguno era humano ante el momento histórico que vivían, que no importaba si las mujeres votaban para nuestras ancestros cuando ellas eras violadas y cosificadas, que cual era la relevancia de vivir en sociedad cuando no podían vivir en dignidad, es una historia que atraviesa muchos matices, pero que también cuenta de luchas y resistencias, de mujeres que trenzaron mapas en sus cabellos, caminos de libertad, caminantes que liberaron esclavas, brujas que se comunicaban con la tierra, entendiendo los cielos, los aires y las plantas, sabias que había que temer, locas que le danzaban al fuego, lideres, guerreras, valientes y consientes, historias que no se deben invisibilizar, argumentos que no se deben derribar, que si las comprendemos ya no importaría tanto imitar lo correctamente aceptable desde las bellezas eurocéntricas, los discursos que nos dicen que hay que mejorar la raza; la dignidad de nuestra existencia, la comunión con la tierra y el tesoro en el que habitamos, tendría más sentido, entenderíamos porque nuestros cuerpos se enferman de lo que enferman, como estamos enraizados a una historia que han querido mirar sin dignidad, el afro feminismo recorre el camino de la guerrera, de las que pensaron en su descendencia y les dejo la piel en el camino, de las que entendieron como se alineaban sus luchas y que ellas apoyaban a sus hombres y sus hombres a sus mujeres, historia donde los roles de género por los que han luchado en derribar, que a hoy suena a descubrimiento ha sido nuestras historias, siempre hemos tenido que trabajar en igual de condiciones que los hombres, ir a la mina, cultivar la tierra, arar y más, y la historia seria eterna sin la conciencia de entender que no se trata de demostrar, si no de reconocer, que hemos sido diferentes, nuestras luchas diferentes y aunque hoy el objetivo es similar, tenemos formas de ser mujer diferentes es por eso que mi hermana que vive la violencia exponencialmente, que habita en el barrio donde a diario hay balacera debe entender que la lucha no es contra la otra, que no debemos ser enemigas, ni pensar como la televisión nos enseña, como si no viviéramos las guerras en nuestro entorno, no puede ser prioridad las vanidades, mientras que nos matan el futuro. Planteando un aspecto diferente en las vivencia que a hoy determinan los contextos donde habitamos las mujeres, pero muchas de las historias de las mujeres negras están marcadas por componentes similares a los que expuse en el texto anterior, pero eso son solo adornos a las realidades y afanes que nos atañen.
Escuchamos en lideresas, conceptos como “no he sufrido racismo, si lo enuncio mentiría”, evidenciando en solo esa manifestación el embudo en el que habitamos las comunidades negras, las mujeres negras, donde naturalizamos el tener que esforzarnos más que otras, el que estemos compuestas por mujeres cabeza de hogar que han sufrido violencia en todas las dimensiones posibles de pensar, y replican las enseñanzas que aprendieron porque es lo que se les ofreció y no conocen otra forma de ver la vida, otra forma de habitar el mundo, pero aun así se les señala de ser las responsables de replicar el machismo.
Donde se dignifica la sobre carga de responsabilidades, nombrándola, como la berraquera de la mujer y se enmascara esta forma de violencia que desdibuja los sacrificios como lo que en realidad es “un sacrificio”, una renuncia a ellas mismas, a nosotras mismas a nuestras libertades y posibilidades. Donde habitamos la cosificación y sexualización de nuestros cuerpos y nuestras pieles y nuestros pelos como lo exótico, que posibilita la expulsión de la voluntad, y puede ser tomado, violentado y vulnerado.
Donde los hogares sin correcta estructura, abren las brechas para que el abuso sexual a las niñas y los niños sea una posibilidad entre familiares y vecinos y el no procesar los traumas posibilita que se afronten como el cuerpo y el subconsciente tiende a hacerlo y es desde la exposición, cuando se entra a la adolescencia o la adultes, con comportamientos sexuales desbordados, que agreden nuestros cuerpos y que se deben a querer naturalizar las sensaciones vividas o afrontarlos ya un poco más grandes, esperando ser capaz de tener otros comportamientos o respuestas, que no se pudieron tener en el momento de los abusos.
Donde la historia de las mujeres negras a estado marcada por la invasión sexual de nuestros cuerpos, de parir hijos para la guerra, de decirnos que podemos solas para no afrontar, que no se detiene la violencia, no importa desde que percepción la miremos. De comprender que antes de saber de dónde somos, de saber cómo hablamos, antes de vernos como hombres o mujeres antes de ser atravesados por todo lo demás, ven nuestra piel negra que no podemos ocultar y en ella ven toda el equipaje cultural de nuestra historia, donde no hay reconocimiento ni dignificación hasta el momento en que decidimos conocer nuestra historia, abrir la maleta y saber que nuestros ancestros no siguieron siendo esclavos por la bondad del blanco esclavista, si no resultado de una lucha, así como el país mismo esta cimentado en el trabajo sin paga que estos realizaron.
Pero sobre todos que si estamos vivas es porque somo el resultado de los guerreros y guerreras más fuertes y resilientes que dieron la lucha por nuestra existencia.
ESE ES NUESTRO EQUIPAJE Y SER MUJER
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